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groj

primer día de invierno, o adelantando una temporada de fríos ?

Ηχώ
 

solos
los perros y yo
ellos perciben estoy seguro
que estamos solos en la casa
ya no se acercan tanto a la puerta de la cocina
ni se muestran en el ventanal del comedor
que los vean
porque eso es lo que quieren
que los vean
un agudo intercambio de miradas
complicidad de cualquier tipo
uno se da cuenta también
que estamos solos
es fácil
los ruidos suenan con eco
y todo hace funcionar el eco
una puerta del placard de la cocina que dejo entreabierta
opta por responder a su bisagra auto-cerrante
el golpe del cierre viene de vuelta desde el pequeño baño
el grifo de la pileta en la cocina es
primero amplificado
luego lo siento subiendo las escaleras hacia el estudio
el tenedor que dejo para lavar encima del plato llano
hace vibrar el aire y repica en la ventana del living
no enciendo tanto la radio
con ese aparatito es peor aún
escucho los locutores que me hablan varias voces todas juntas
una por cada habitación
me dicen cosas que no quiero oír
me quieren vender algo que no necesito
entonces estiro la mano y la apago
me doy vuelta un instante y
el clic del apagado me persigue desde el pasillo y
vuelve a meterse en la radio
al fin se callaron los tipos
me siento como Zeus en el Olimpo
pero no está
Hera
no esta
estamos solos
los perros y yo
ellos perciben estoy seguro
que estamos solos en la casa
por un instante quedo inmóvil
solo para callar a Eco
para hacerle mas llevadero su trabajo

el fuego

el fuego

La caída de los ideales

La caída de los ideales

digamos que uno, como muchos mortales anda detrás de los ideales como si fuera una zanahoria, de esas que penden de un hilo en una larga caña tacuara frente al rebuzne del perseguidor

..y en esta materia se la pasa dando exámenes donde si cuadra, si no lo ven y si llevó el trencito escondido puede copiar, quien no se las ingenia mejor copiando que aprendiendo cuando perseguir ideales se trata, eh ?, al fin y al cabo no estamos hablando de otra cosa que no sea una hermosa zanahoria naranja fuerte no?

clonamos esta zanahoria tantas veces se nos ocurre o tantas películas, libros o canciones vemos, leemos o escuchamos, al son de los antojos la transformamos en una profesión, en una casa, un hijo, una bella mujer, un viaje, un capitalcito, un auto nuevo o un monopatín, pero siempre esta planta, dura y bi-anual como arroja el google, estará frente a nuestros ojos y si es posible entre nuestra orejas

...quien puede discutir un ideal?

...a lo sumo se tendrá otro después de todo cambiar de zanahoria no es nada difícil, no es necesario siquiera ir a la feria, basta con tener un metro de tierra en el patio para desenterrarla cuando el tamaño y el tiempo es propicio

...de niño nos educan en base a los ideales, ideales artigistasideales varelianos, ideales alumnos, hijos, hermanos, nietos, monaguillos y vecinos, hasta que se nos da por crecer y entonces cuando las mesas nos van pegando cada vez más abajo cambiamos de zanahoria, quiero decir de ideal, y la durita y bi-anual se convierte en primera novia, primera novia que nos robará el que se dejó el pelo largo, el que tiene vaqueros de marca o el que se atrevió a ponerse un pircing en el apéndice, cualquiera de ellos, pero lo que es seguro que se la llevan, tonce viene otra zanahoria, el bachillerato, el cuadro de fóbal, el campionato, el primer traje y la infaltable, la novia ajena, después de todo en la vida siempre hay revancha, desde los partidos de truco y la mancha pelota hasta en los mundiale, siempre con la ajena, el viaje de los quince, el primer polvo, el primer ojo negro, la primer o la quíntuple borrachera, en fin, siempre con la naranja en la frente, nos caemos, nos paramos, nos entre-paramos, queremos quedarnos dormidos, nos dormimos, nos despiertan, nos sopapean, nos lavan la cara, nos levantan cuando no nos levantamos, nos levantan igual en el aire aunque no queramos, pero ella siempre está allí, a los veintipocos decidimos que la novia ajena deje de serlo y la transformamos de novia ajena en esposa propia, para ello nos casamos, para que nadie nos robe la novia que nosotros previamente le robamos a alguien seguramente y si no, pregúntense y respondan con hidalguía y fundamentalmente con la verdad, tonce...

... como carajo quieren que los hijos salgan diferentes a nosotros ?...

minga, siempre e indefectiblemente saldrán con orejas grandes y enormes ojos con el sonido inconfundible del rebuzne cuando la durita y naranja verdurita se vaya meciendo en el hilo de la tacuara

Canción para mi muerte

Canción para mi muerte

Serían 90 centímetros, o tal vez un metro justo.  No podría asegurarlo pero sin dudas que no se conservaba la simetría y menos aún la igualdad de los palos. Estos eran redondos de eucalíptus y sin tratamiento ninguno que los protegiera del tiempo y del clima. Sobre ellos se asentaban las tablas del piso superior, por más que en este momento ello significara el cielo raso del living donde estaba sentado. Frente a la estufa a leña. Repleta de troncos, ardiendo unos, otros en lista de espera. De ellos se desprendía una lluvia de estrellas que le hacía recordar los campamentos de scouts. Entonces las fogatas eran intensas, aunque de alguna manera en esta oportunidad la intensidad estaba también presente. Volviendo a aquellos gloriosos días de la adolescencia donde uno todo lo quería y a poco se atrevía. Recordaba muy bien el rostro de Stella o Estela, no, más bien Stella y sin E al comienzo porque el apellido era italiano. Aquella adolescente del liceo a la que nunca se atrevió a pedirle siquiera una goma o un sacapuntas. En aquellos días había sacapuntas, ahora hay grafos y desde el 03 en adelante, hoy mismo si estuviera en el lugar de uno de sus hijos tampoco podría pedir siquiera un sacapuntas. Pero ¿..ni siquiera una goma para borrar un simple error del pasado en cualquier clase de tercero..?, lastimoso, pensó en un segundo, mientras parte del placer le hacía abrir y entrecerrar los ojos, volvía siempre a abrir el libro del pasado, a las gomas y a los lápices no pedidos, a las fogatas intensas donde sonaban las guitarras con las letras de Sui Generis y las músicas, a veces, parecidas, pero la intención de estar juntos y de canturrear todos en distintos tonos y siempre disonantes por no decir completamente fuera de tiempo y música.Te encontrare una mañana y prepararas la cama para dos recordaba las estrofas con las cuales soñaba con Stella. Todo estaba en entonces bien encasillado, bien estructurado y muy bien soñado, ilusiones. La más querida entonces, la más apetecible y la más deseada de todas ellas Stella preparando la cama para ambos dos.Sintió un roce, una pequeña molestia que le hizo soltar un apenas quejido entre el placer mezclado.Placeres que entonces, con Stella ni siquiera soñó. Entonces, preparar la cama era una escena que aún estaba pegada en sus retinas como algo lúdico, una escena de amor ligada a una canción, ligada a un tiempo muy especial en Montevideo, de una época también especial de restricciones que exigía un refugio. Para él, ese refugio era la cama para dos, pero con Stella, a la que nunca se atrevió a pedir una goma. Vaya si cometió errores en los escritos, en las hojas amarillentas con renglones azulados y donde los errores siempre se notaban, aún borrándolos, como dando muestras de supervivencia, señalando, estoy aquí y sigo vivo.Pensándolo ahora, de esa manera, quizá el entregar sin borrones era para demostrar la valentía que no era capaz de enmendar una goma y no por no atreverse a mirar a su costado izquierdo, algo atrás, precisamente dos bancos atrás donde siempre estaba Stella con sus enormes ojos azules mirando hacía abajo.Pero todo el tiempo de aprendizaje, de escritos entregados sin corregir, fue como los ladrillos que hoy se juntan, uno sobre otros, un pié delante de otro para dar pasos, uno detrás de otro, avanzar, retroceder, recorrer. Caminos que hoy le disponen el presente para disfrutar de esta noche frente a la estufa, con un trago a mano, sin cama para dos, al menos por ahora, sin Stella, seguro y al borde del éxtasis.Ella abre y cierra sus ojos, entra y sale de la escena, va y viene. En ese vaivén Helena levanta de vez en vez sus enormes ojos azules y le mira, arrodillada entre sus piernas, de espaldas al fuego que el ve de frente. Entonces, a él se le da por recordar y recuerda los desatinos de canción para mi muerte mientras Helena le devuelve una sonrisa.

Via libre

Via libre

Las barreras son para que no pasen los autos cuando viene el tren. El problema que siempre vi es que la gente que viene en bicicleta, en motoneta o de a pie, no las respeta y agarra y se agacha y pasa igual, aunque el tren esté cerca, igual se mandan, no les importa y eso es un peligro.

En la Estación hay dos ruedas grandes de fierro que están puesta en otro fierro en forma de A mayúscula, las ruedas tienen una manija y esa manija tiene un mango con un caño que baila en el mango, agarrando ese caño uno las puede hacer girar con una sola mano y así le puede dar vueltas más rápido y entonces agarra velocidad. Esas ruedas tienen una polea que tira un cable larguísimo que llega hasta las barreras, allí, debajo de las barreras hay otra polea que engancha el cable con una cadena y con la parte de atrás de la barrera, que tiene una caja llena de hormigón, ese es el contrapeso que permite subir y bajar las barreras, claro se precisa mucha fuerza para hacer girar la manija en la Estación. Yo lo intenté varias veces ya que me parecía muy fácil, hasta llegaba a colgarme con las 2 manos del caño pero era inútil, no la podía mover más de 2 o 3 centímetros.

El Guarda Barrera de la Estación si que podía, él agarraba la rueda por el mango le empezaba a dar bien rápido y después la rueda giraba sola hasta que la barrera se bajaba por completo y golpeaba contra un fierro parado en forma de Y al que le habían puesto una cubierta vieja de auto, así, como golpeaba siempre, la barrera no se rompía.

Para subirla, el Guarda Barrera tenía que hacer un poco de fuerza al principio, se apoyaba con las 2 piernas bien abiertas y con las 2 manos le daba 3 o 4 vueltas a la rueda, después con la ayuda del contrapeso la barrera casi como que se levantaba sola, claro que para que estas máquinas funcionaran bien había que engrasarlas todas las semanas.

Me aprendí de memoria la bajada de barreras. Cada vez que iba a pasar el tren el Guarda Barreras ya sabía, le avisaban por el telégrafo a mi padre y el viejo le daba la orden al Guarda Barreras.

También uno se daba cuenta de que venía el tren porque las enormes jirafas que estaban en la otra punta de las vías empezaban a cabecear, al principio estaban las dos cabezas de las jirafas mirando para abajo y cuando estaba por pasar el tren levantaba la que tenía la cabeza verde, la otra, la roja, quedaba de cabeza gacha. Después que pasaba el tren se cambiaban, se agachaba la verde y se levantaba la roja. La primera vez que las vi hacer ese juego me pregunté como lo hacían, pensaba que había un hombre que las manejaba desde arriba y como estaba lejos no lo llegaba a ver porque se veía muy chiquito, pero no funcionaban así, no señor. Esa era la tarea del Guarda Señal de las vías, este hombre también sabía cuando venía el tren entonces con otras manijas y ruedas similares a las de las barreras las hacía cabecear.

Esto me costó aprenderlo porque estaban lejos de la estación. Una vez le pedí a mi padre que me llevara a la Estación de noche, no me podía imaginar como hacían los maquinistas para ver las jirafas en lo oscuro, pero en seguida me di cuenta, estaban geniales. De noche les prendían un farol a keroseno en cada cabeza. Las cabezas eran huecas, como me decía el viejo que era la mía (nunca supe porqué lo decía), y a cada lado tenían vidrios pintados una de rojo y la otra de verde, entonces a la nochecita el Guarda Señal prendía los faroles y ya estaba pronto.

Muchas veces mi padre se asomaba al andén de la Estación y se fijaba si la jirafa verde estaba arriba y las barreras bajas, entonces decía en voz alta ..”vía libre”...

El reloj

El reloj

y sin embargo
su ritmo llena todo el espacio de la casa
ritmo que no es el mío que además no elegí
la primera vez no tuve la posibilidad de verlo
o al menos escucharlo un poco para ver si finalmente nos íbamos a adaptar
si podíamos convivir en una misma casa
y sin embargo
sin esa ventaja que da el pruebe antes de
igual terminó colgado a escasos 40 centímetros del techo
allá desde lo alto incansablemente lo muestra
el ritmo
el de él
muchas veces tiene la radio por competencia y ahí cuando me doy cuenta
voy y acabo con la competencia
otras veces el fuego
que además de bailar en la estufa
también muestra su propio ritmo
no vaya a ser cosa de quedarse atrás
rezagado
que no es propio de los fuegos
ahí si que no puedo hacer nada
al menos elijo no hacer nada
por acabar la competencia
no vaya a ser que se cuele más frío que el habitual
que éste
que entra por debajo de la puerta
y sin embargo
cuesta
muchas veces cuesta
darse cuenta
que vino sin perillita
para bajarle el volumen

Cuadros de la Rayuela

Cuadros de la Rayuela

La figura se distinguía apenas garabateada en el piso de baldosas grises, Sofía tomo un pedazo de ladrillo y con ello intentó repasar las primeras líneas sin pisar las casillas, hasta la Nº 3. Pobre Sofi, con sus bracitos cortos no alcanzaba.

Nicolás la miraba de lejos, siempre pensando en que era un juego de niñas. De cualquier manera la podía ayudar, se acercó tímidamente y tomo otro trozo de ladrillo llegó hasta las casillas 7, 8 y al medio círculo de arriba, llego hasta el cielo, quedó entonces la rayuela toda bien marcada de nuevo.

 

La espera parece infinita. A través del enorme ventanal se ve la pista de Ezeiza, los enorme aviones se mueven a tiro de una tractor, sobre curiosos dibujos en el hormigón, hombres con grandes orejeras de color amarillo y con sacos también amarillos se mueven como autómatas. Todos los movimientos parecen articulados por un gran titiritero.

.......”rogamos a los señores pasajeros tengan a bien resguardar su equipaje y.......”...... continuamente el mensaje grabado recordándonos el 11S. Es curioso, como funcionan los pensamientos, como asociamos la idea de un bolso sin dueño a una posible bomba, aunque el mensaje no dice claramente ¡¡ ojo ¡! Si ven un bolso sin una persona de la mano avisen a seguridad.

Es que los bolsos están concebidos para contener parte de uno, de ese que lo lleva en mano y obviamente las bombas no son parte de nadie, son justamente la negación de alguien.

Nicolás se quedo sentado en el cordón de la vereda viendo el aleteo al vuelo de las trenzas de Sofi con cada salto. Tiraba la pequeña piedra dentro de la figura geométrica y saltaba, primero con uno, luego con los 2 pies, ahora media vuelta y de nuevo al comienzo, hasta salir luego por el cielo.Sofía siempre juega sola, Nico la sigue con la mirada como única compañía, como su única forma de tocarla, de acariciarla, pero casi nunca hablan, más allá de unos ..¡Hola que tal!.. no se cruzan. Es la única niña de la cuadra que juega sola y Nico el único destinatario de sus holas y hastaluegos. 

Uf!!!, al final parece que el silencio le gana a la grabación. En la zona de puerta de embarque 3 solo sobresalen los televisores con el Discovery, el apareamiento de las ranas parece merecer la audiencia de innumerables sillones vacíos, y de mi. Me paro para estirar las piernas mientras la enorme rana muestra un también enorme buche rosado, a quien le importarán las ranas, al menos en este enorme salón 3, ante la falta del avión en el embarque, a nadie más que a mi, que intento mirar por enésima vez el teatrillo del titiritero. Camino hacia el ventanal y casi me puedo topar con la nariz de un 767-300 al que le han destripado las entrañas, giro y en ese momento me doy cuenta que no estoy solo en las fauces del 3.... 

Las demás niñas de la cuadra  dicen que Sofía es rara porque casi no les habla pero nunca la invitaron de verdad a participar de sus juegos con el elástico ese donde cruzan los pies, ni a la mancha, ni a la escondida. Sofía atinó una vez a invitar a ese niño, casi huraño, del cual solo conocía sus ojos atentos y chispiantes, y su solidaridad para llegar al cielo. Fue su solidaridad la que le hizo merecedor de tamaña confianza de la niña cuando le mostró unos embarrados autitos amarillos de rally a la vez que le tendía la otra mano para llevarlo al patio del fondo, al lado de una vieja higuera.  Solidaridad que necesitaba la complicidad en el silencio, ese era un juego secreto que por primera vez a Nico le pareció cercano a lo prohibido, como el cielo para Sofi, eran el barro y los autitos para Nico.

 ...no, no estaba solo, solo que no la había visto porque estaba acurrucada sobre 3 butacas juntas de espera, las que había tomado por cama circunstancial. Fue también circunstancial que la viera así en posición fetal con las dos manos contenidas entre sus rodillas. Era hermosa dormida. Su cabello caía muy suave sobre su cara cansada, dejaba ver indicios de su rostro, algunas pecas, la comisura de sus labios. Asistía solo yo a este unipersonal de la belleza en las fauces del 3. Opté por moverme suavemente, como otro actor del teatrillo al que jalan los hilos de uno en vez, hasta llegar a la butaca más alejada que tenía enfrente a tal, hermosa criatura.Faltaban muchas horas para mi vuelo y me disponía a presenciar la mejor escena que me brindaba el teatro de un aeropuerto con gentes de todas las nacionalidades y ningún tiempo. Yo acababa de conseguir la justificación de mi espera. 

Sofi no quería compartir con las otras niñas el desafío del barro con un niño y Nicolás asintió, en ese momento se sintió parte de un juego especial, compartido esta vez con una niña, simultáneas sonrisas dibujaron cual espejos.

El tiempo transcurrió sin fin, ensueño. Afuera el gris es lo que reina, sobresalen los dibujos de los casilleros y adentro la paz es la ciencia de mi admiración. El pesado sueño parece también ganarme el tiempo, esta mujer quiere llevarme consigo, sin siquiera abrir los ojos, me invita a estar asidos, a través del gran 3, con un sueño compartido, como un juego de niños.

Mil Temblores

Mil Temblores

El círculo de la moneda queda bien marcado en la palma de mi mano, cuando aprieto fuerte, fuerte, fuerte, siento esos pequeños dientitos que tiene alrededor, ¿para que será que le hacen esas marcas a las monedas?. Me miro bien la mano y quedan las marquitas, las señales de la rueda marcadas en un color rosa subidito. Por un instante queda atrapada la sangre entre los dientes de la moneda y la piel de mi mano. Miro bien y cuento hasta, diez, veinte, se van diluyendo las marcas. Tengo que dejar las huellas de la moneda en mi mano, pero no consigo que queden por más tiempo, no más de veinte, si cuento despacio, apretando mucho más fuerte quizá llegue a treinta. De cualquier forma se borran las marcas y la mano vuelve a su color parejito, como si la moneda no hubiera estado, como si no hubiera gastado mis fuerzas, hasta veinte, hasta treinta, las marquitas de la rueda igual se desaparecen, se esfuman.

¿Por qué los trenes demoran tanto?. Miro a lo lejos la estación, la sucesión de techos de chapas marrones, el enorme elefante con la trompa subida, atada con una cadena al tanque de agua atrás del techo más grande, pero el tren ni se ve todavía. Yo debo de estar a ¿cuántos metros?, veinte o treinta columnas de esas de madera con dos cruces arriba, con aisladores de vidrio marrón. No son fáciles los aisladores. En más de una oportunidad intenté pegarle a alguno con la honda, pero es en vano, la vez que anduve más cerca la piedra pifió contra el vidrio y no le hizo nada. Los aisladores son a prueba de hondas, menos mal, mira si se cae un cable, que macana. Mi viejo me mata si se entera. Que se va a enterar si nunca está, no se como hice para que me diera esta moneda.

Sin darme cuenta la apreté otra vez y ahora si quedó la marca más tiempo, se ven claramente las líneas paralelas de la ruedita en tonos de casi rojo. Lo hice sin darme cuenta, ahora si me va a durar más, a ver, uno, dos,.......cuarenta, quien lo iba a decir, llegué a cuarenta. La bocina del tren, ahora si llegó a la altura de la estación, se ven las barreras bajas y comienzan a temblar los rieles. Me gusta sentir vibrar los rieles bajo mis pies, es como si me hicieran cosquillas en la planta, lo siento a través de la suela de los championes. Ya pasó al lado del elefante y viene bastante rápido. Aprieto con más fuerzas la moneda en la mano pero no me va a dar el tiempo para contar hasta cincuenta, no me quedará la marca de las rueditas como yo quiero, bien, pero bien marcadas. La vibración de la vía ahora se siente con más fuerzas no quiero levantar la vista hasta ver bien marcada la moneda, ahora se mueve también el durmiente. Hay clavos de esos enormes todos oxidados que dejan mover un poquito el riel también, ¿cómo es que no descarrilan más trenes con tanto clavo flojo?.

Ahora si, llegué casi a sesenta y la marca está casi de color bordó en mi mano, justo a tiempo, ya casi tengo enfrente la enorme máquina azul y amarilla, de ese amarillo muy sucio y lleno de polvo. Por un instante alcanzo a ver el costado de los vagones de ganado, una jaulas de maderas grises y oscuras horizontales con diagonales cada tanto. Vienen los vagones cargados de ganado, ¿cuántos vagones tira la máquina?, son un montón, debe de traer miles de toneladas y yo llegué al sesenta y ..... siete justo, justo, justo.......

Mil temblores. Todos juntos se mueven todos mis huesos, pero tengo los ojos cerrados, bien cerrados y apretados los párpados para que no pase nada, como antes la moneda en mi mano, no me animo a abrirlos. El olor de los vagones del ganado es espantoso, pero apenas es una ráfaga, pasa el temblor tan rápido como empezó, casi sin darme cuenta. Me doy vuelta sobre mi mismo en la cuneta, al costado de la vía donde me tiré cuando tenía la máquina arriba y miro desde abajo apoyando el mentón en las manos, las marquitas de la moneda aún las puedo ver, esta vez si que duraron bastante.

Me paro. Ahora a buscar donde quedó esta vez la moneda. Acá está, hoy no fue muy lejos, mira como la dejó el tren, no solo la acható bastante, sino que la curvó un poquito y un costado quedó chatito como con un filo y desaparecieron las marquitas en la moneda, igual que en mi mano.

Otra moneda achatada para la colección, ahora tengo que esperar un par de días para pedirle al viejo que me de otra con la excusa de cambiar revistas de chistes.

El elefante

El elefante

La trompa del elefante siempre esta atada al enorme tanque de chapa por una cadena. Solo en una ocasión vi como la usaban los maquinistas. Acercaban la máquina muy despacito, uno de los maquinistas se subía al techo de la máquina amarillenta por una escalera formada por caños finitos puestos al costado de la puerta. La escalera sale para arriba, para el techo, y también llega casi hasta abajo y permite a los maquinistas subirse a la máquina. Bueno, entonces, arriba del techo el maquinista cuando se acercaba a la trompa del elefante pegaba un saltito y se colgaba de la cadena, hacía mucha fuerza, tanta, que le quedaban los pies en el aire, y entonces así si podían bajar la trompa. Con la trompa bien baja empezaba a salir agua y así lavaban la máquina para sacarle el polvo de tantos viajes a Rivera y a Montevideo.

Una vez, el negro Julio que estaba siempre acostado en el banco de la Estación me dijo que el elefante antes se usaba para apagar el fuego de las locomotoras a vapor. Parece que esas enormes y negras locomotoras que tenían una chimenea alta y redonda adelante se prendían fuego, les salía fuego y mucho humo por esa chimenea y entonces usaban el elefante para apagarlo.En realidad nunca supe si el negro me estaba jodiendo o tomaba mucho vino, yo al menos nunca llegue a ver en la Estación esas máquinas negras que él decía, yo siempre las vi en las películas de cowoys y para mí que nunca salieron de ahí.

Bienvenido

Bienvenido

sopa de letras

conjunto ordenado o desordenado

distintas fechas

tan variado como la vida

ir y venir

andar y desandar

tejiendo

viviendo