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Mil Temblores

Mil Temblores

El círculo de la moneda queda bien marcado en la palma de mi mano, cuando aprieto fuerte, fuerte, fuerte, siento esos pequeños dientitos que tiene alrededor, ¿para que será que le hacen esas marcas a las monedas?. Me miro bien la mano y quedan las marquitas, las señales de la rueda marcadas en un color rosa subidito. Por un instante queda atrapada la sangre entre los dientes de la moneda y la piel de mi mano. Miro bien y cuento hasta, diez, veinte, se van diluyendo las marcas. Tengo que dejar las huellas de la moneda en mi mano, pero no consigo que queden por más tiempo, no más de veinte, si cuento despacio, apretando mucho más fuerte quizá llegue a treinta. De cualquier forma se borran las marcas y la mano vuelve a su color parejito, como si la moneda no hubiera estado, como si no hubiera gastado mis fuerzas, hasta veinte, hasta treinta, las marquitas de la rueda igual se desaparecen, se esfuman.

¿Por qué los trenes demoran tanto?. Miro a lo lejos la estación, la sucesión de techos de chapas marrones, el enorme elefante con la trompa subida, atada con una cadena al tanque de agua atrás del techo más grande, pero el tren ni se ve todavía. Yo debo de estar a ¿cuántos metros?, veinte o treinta columnas de esas de madera con dos cruces arriba, con aisladores de vidrio marrón. No son fáciles los aisladores. En más de una oportunidad intenté pegarle a alguno con la honda, pero es en vano, la vez que anduve más cerca la piedra pifió contra el vidrio y no le hizo nada. Los aisladores son a prueba de hondas, menos mal, mira si se cae un cable, que macana. Mi viejo me mata si se entera. Que se va a enterar si nunca está, no se como hice para que me diera esta moneda.

Sin darme cuenta la apreté otra vez y ahora si quedó la marca más tiempo, se ven claramente las líneas paralelas de la ruedita en tonos de casi rojo. Lo hice sin darme cuenta, ahora si me va a durar más, a ver, uno, dos,.......cuarenta, quien lo iba a decir, llegué a cuarenta. La bocina del tren, ahora si llegó a la altura de la estación, se ven las barreras bajas y comienzan a temblar los rieles. Me gusta sentir vibrar los rieles bajo mis pies, es como si me hicieran cosquillas en la planta, lo siento a través de la suela de los championes. Ya pasó al lado del elefante y viene bastante rápido. Aprieto con más fuerzas la moneda en la mano pero no me va a dar el tiempo para contar hasta cincuenta, no me quedará la marca de las rueditas como yo quiero, bien, pero bien marcadas. La vibración de la vía ahora se siente con más fuerzas no quiero levantar la vista hasta ver bien marcada la moneda, ahora se mueve también el durmiente. Hay clavos de esos enormes todos oxidados que dejan mover un poquito el riel también, ¿cómo es que no descarrilan más trenes con tanto clavo flojo?.

Ahora si, llegué casi a sesenta y la marca está casi de color bordó en mi mano, justo a tiempo, ya casi tengo enfrente la enorme máquina azul y amarilla, de ese amarillo muy sucio y lleno de polvo. Por un instante alcanzo a ver el costado de los vagones de ganado, una jaulas de maderas grises y oscuras horizontales con diagonales cada tanto. Vienen los vagones cargados de ganado, ¿cuántos vagones tira la máquina?, son un montón, debe de traer miles de toneladas y yo llegué al sesenta y ..... siete justo, justo, justo.......

Mil temblores. Todos juntos se mueven todos mis huesos, pero tengo los ojos cerrados, bien cerrados y apretados los párpados para que no pase nada, como antes la moneda en mi mano, no me animo a abrirlos. El olor de los vagones del ganado es espantoso, pero apenas es una ráfaga, pasa el temblor tan rápido como empezó, casi sin darme cuenta. Me doy vuelta sobre mi mismo en la cuneta, al costado de la vía donde me tiré cuando tenía la máquina arriba y miro desde abajo apoyando el mentón en las manos, las marquitas de la moneda aún las puedo ver, esta vez si que duraron bastante.

Me paro. Ahora a buscar donde quedó esta vez la moneda. Acá está, hoy no fue muy lejos, mira como la dejó el tren, no solo la acható bastante, sino que la curvó un poquito y un costado quedó chatito como con un filo y desaparecieron las marquitas en la moneda, igual que en mi mano.

Otra moneda achatada para la colección, ahora tengo que esperar un par de días para pedirle al viejo que me de otra con la excusa de cambiar revistas de chistes.

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